La impermeabilización, la principal defensa del edificio en época de lluvias
Nos espera un otoño más cálido y lluvioso de lo habitual. Según las últimas previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología, el incremento de las temperaturas en esta época del año dará lugar a precipitaciones abundantes en algunas zonas del país como el arco Mediterráneo o la zona Norte de España. Esta situación pondrá a prueba nuestros edificios, especialmente las zonas más expuestas como la cubierta, fachada, terrazas o cerramientos. También la solera puede verse afectada por el incremento del agua en el subsuelo, poniendo en riesgo la integridad del edificio.
“Una situación especialmente complicada, sobre todo en las zonas afectadas por la última DANA de octubre, que nos recuerda que las patologías asociadas al agua son uno de los problemas más recurrentes, concentrando más de una cuarta parte del total de los problemas que afectan a los edificios”, recuerdan desde AIFIm (Asociación Ibérica de Fabricantes de Impermeabilización).
Si bien el daño estético es el resultado más visible, la acción del agua sobre el edificio puede comprometer su seguridad estructural, y la salud y habitabilidad de los ocupantes. Las filtraciones de agua —o goteras—, las humedades y la aparición de moho en los interiores o las eflorescencias en el exterior son manifestaciones habituales de que hay un problema con la impermeabilización.

La asociación de fabricantes destaca la importancia de realizar un mantenimiento periódico del edificio, prestando atención a la impermeabilización en cubiertas, terrazas o balcones, así como en aquellos elementos en contacto con el terreno (muros de sótanos o garajes), inspeccionando su estado de conservación y solucionando aquellos daños o defectos que se hayan podido detectar.
De hecho, el 44,57% de las patologías detectadas en los inmuebles se producen en la cubierta por problemas de humedades y/o filtraciones generales y el 22% tienen su origen en filtraciones puntuales. En el 18,16% de los casos, la aparición de goteras y manchas se debe a deficiencias en la impermeabilización, según datos de la Fundación Musaat.
“Entre los problemas más habituales que puede presentar un edificio están las grietas, las fisuras, las filtraciones por una mala ejecución de los desagües o problemas derivados de un escaso mantenimiento de elementos como la cubierta”, explican. “El mantenimiento es una herramienta preventiva clave ante la llegada de las lluvias. Estas actuaciones nos ayudarán a preparar el edificio, evitando que las fuertes lluvias puedan causar daños mayores en el inmueble”, apuntan.
¿Cómo mantener en buen estado la impermeabilización?
El mantenimiento regular de la cubierta del edificio es la mejor medida para garantizar la protección frente al agua o los fenómenos adversos.
Las recomendaciones recogidas en las normas UNE EN 104401 y 104416 incluyen, entre otras, la realización de una limpieza anual de la cubierta, para eliminar hojas, tierra y otros materiales arrastrados por el viento, evitando la acumulación en los elementos de desagüe como canalones y sumideros. Asimismo, se aconseja revisar todos los elementos que integran la misma, comprobando la firmeza de los anclajes y/o fijaciones y revisando las conexiones y los remates, prestando una especial atención al sellado. Sin olvidar los elementos de albañilería relacionados con el sistema (petos, aleros).

Durante este proceso, también se debe proceder a la reparación de los deterioros producidos por esfuerzos dinámicos ajenos a la funcionalidad de la cubierta, como, por ejemplo, roturas por falta de cuidado en obras u otras actuaciones —especialmente en el caso de aquellas cubiertas donde se sitúan aparatos o instalaciones, o donde el tránsito por mantenimiento es frecuente—.
- Por el exterior:
Se tendrá que prestar especial atención a aquellos puntos singulares como chimeneas y tapajuntas. También es importante revisar los posibles puentes antihumedad (niveles elevados del suelo, muros del jardín, escalones…), así como las grietas en la mampostería o los remates.
En cubiertas planas es recomendable comprobar el estado de la impermeabilización, prestando atención a roturas, desgarros o punzonamientos, reparando aquellos posibles problemas que se puedan detectar.
Tampoco se deben olvidar los desagües pluviales o las rejillas de ventilación, asegurándose de que no están obstruidos. Es importante impedir la acumulación de hojas, tierra, musgo, ramas o cualquier resto orgánico que pueda generar un atasco en los puntos de evacuación del agua. Un taponamiento podría provocar que el agua quede embalsada sobre la cubierta, lo que puede derivar en la aparición de las temidas filtraciones.
“Se debe verificar que los selladores aplicados en las juntas de dilatación, las juntas de los revestimientos cerámicos y las uniones perimetrales con muros y zócalos se encuentren en perfecto estado. Estos se deterioran con el tiempo, por lo que, si presentan grietas o aspecto reseco, es necesario renovarlos para asegurar la estanqueidad”, explican desde AIFIm. “Se aconseja llevar a cabo una operación de sellado integral aproximadamente cada cinco años”.
En cuanto a la fachada, hay que prestar atención al estado de la mampostería, la piedra, el mortero, los zócalos, el enlucido, el acabado resistente a la intemperie u otros tipos de materiales y acabados.
Y no se debe obviar la importancia de un buen sistema de impermeabilización en aquellos elementos del edificio en contacto con el terreno, para evitar problemas de filtraciones o humedad por capilaridad —cuando por un exceso de humedad, el agua asciende por la cimentación, afectando a muros y paredes—.
- Por el interior:
Se debe estar pendiente de la posible aparición de manchas de humedad en paredes, bajo las ventanas, en los rodapiés o en zonas de elevada humedad como cocinas y baños.
Es recomendable mantener la vivienda bien ventilada y con la temperatura correcta para evitar la aparición de humedad y moho en el interior de la vivienda. Utilizar sistemas de climatización eficientes que permitan una ventilación adecuada sin perder calor. Además, mantener el suelo, la fachada y la cubierta en buen estado ayuda a evitar la condensación y a proteger los materiales de construcción.
¿Qué hacer en caso de aparición de patologías relacionadas con el agua?
En ocasiones, si no se ha llevado a cabo un correcto mantenimiento del edificio, o este se ha visto expuesto a fenómenos atmosféricos extremos (fuertes vientos, lluvias o grandes acumulaciones de nieve), pueden aparecer patologías asociadas como manchas de humedad, moho o eflorescencias (por el exterior). Para poder combatir eficazmente este problema hay que realizar un buen diagnóstico.
- Identificar la causa del problema
¿De dónde provienen las humedades? Determinar su origen es clave para aplicar el tratamiento adecuado para acabar con ellas.
Los tipos de humedades más habituales son:
Por condensación superficial. Consiste en la transformación del vapor de agua que genera la actividad propia en el interior de la vivienda, o humedad relativa interior (cocina, aseo, respiración de los habitantes…) en agua líquida al entrar en contacto con una superficie fría, por ejemplo, una pared insuficientemente aislada.
Por capilaridad. Las humedades por capilaridad suelen aparecer siempre en las partes bajas de muros y tabiques de sótano o planta baja donde no se ha ejecutado correctamente la impermeabilización.
Por filtración (o meteórica). Este tipo de humedades aparece en zonas de la vivienda con una muy mala o inexistente impermeabilización, donde la presión hidrostática sobre materiales habitualmente porosos facilita el paso del agua hacia el interior de la vivienda.
Por rotura o fugas. En este caso hablamos de patologías derivadas de un problema técnico como la rotura de una tubería o una fuga de agua. Este tipo de humedades pueden generar problemas en las estructuras del edificio si no se aborda con rapidez.
A cada problema, una solución.
En el caso de las humedades por condensación, mejorar el aislamiento, instalar una barrera de vapor, aplicar soluciones para una correcta ventilación o mejorar la impermeabilización son algunas de las medidas que se pueden llevar a cabo.
“Cabe recordar que los sistemas de impermeabilización no solo protegen ante la humedad, también contribuyen a mantener en buen estado el aislamiento térmico, alargando su vida útil y garantizando su funcionamiento”, explican desde la asociación.
Si el problema es por capilaridad, la impermeabilización puede llevarse a cabo con diferentes soluciones como láminas asfálticas o bituminosas, láminas sintéticas y membranas líquidas.
Mientras que, en caso de las filtraciones, el problema puede estar en una deficiente impermeabilización de la cubierta o en daños en el sistema de impermeabilización. Para que el trabajo se realice con todas las garantías, habrá que contar con un profesional cualificado que pueda evaluar el estado del soporte, realizar un diagnóstico de la situación y proponer las actuaciones más adecuadas.
“Las reparaciones se deben realizar con el mismo material empleado en su impermeabilización”, advierten desde AIFIm. “Todas las acciones deberán ser realizadas en la medida de lo posible por la misma empresa instaladora, siendo recomendable contactar con el departamento técnico del fabricante del producto de impermeabilización en caso de duda”, concluyen