¿Cómo ayuda la impermeabilización a una buena calidad del aire interior?
La salud de los edificios ocupa un papel determinante en la edificación de hoy, ya sea en construcción de obra nueva o en rehabilitación del parque existente.
Nadie duda de cómo el entorno construido afecta a la salud y el bienestar de las personas; residentes y ocupantes. Y lo hace de muy diversas maneras, desde incluso antes de la fase de diseño del proyecto, por lo que hay que tener en cuenta una serie de condicionantes a la hora de valorar cualquier ejecución.
El concepto de edificio verde, con la sostenibilidad como principio, debe ampliar su significado y recoger la concepción de edificio azul, que incorpora el parámetro “Salud”.
En pandemia cobró relevancia un concepto que, trasladado al ámbito de la edificación, impacta sobremanera en la salubridad de los inmuebles: la calidad del aire interior, que ya ha entrado en la agenda de la salud pública.
Así, en rehabilitación, sector que tomará un gran impulso gracias a las ayudas procedentes de los Fondos NexGenerationEU, la calidad del aire interior tiene un especial significado, sobre todo en la fase de ejecución y uso del proyecto.
En este sentido, para conseguir una buena calidad del aire interior, es necesario proteger el edificio de las inclemencias exteriores, algo que se consigue con una adecuada impermeabilización como solución a problemas tan comunes como las filtraciones de agua y la creación de condensaciones en el interior de las viviendas.
Sirvan estos datos, ya conocidos por todos, pero que es necesario reiterar para conocer la realidad de la situación: las personas pasamos más del 80% en espacios cerrados (viviendas, oficinas, centros comerciales, etc.) pero, además, respiramos una media de 15.000 litros de aire al día, 25 millones de partículas. En consecuencia, el aire interior suele estar entre 2 y 2,5 veces más contaminado que el exterior, aunque lo notemos menos.
Para garantizar una calidad de aire idónea, la Agencia de protección ambiental de Estados Unidos (EPA) recomienda un nivel de humedad entre el 30% y el 50% en el interior de la casa, en función de la temperatura exterior: más humedad cuanto más calor hace y menos cuanto más frío. Un aire demasiado húmedo favorece la aparición de ácaros y moho.
De ahí que la impermeabilización sea clave para asegurar el confort térmico en el interior y evitar un enfriamiento en el interior de las estancias, causante de las humedades y de la aparición de organismos tóxicos.
AIFIm, la Asociación Ibérica de Fabricantes de Impermeabilización, considera que los productos de construcción pueden contribuir enormemente a la calidad ambiental del edificio.
Existe una biocompatibilidad e interacción entre los materiales y las personas, que convierten al edificio es nuestra tercera piel (la primera es la epidermis, la segunda la ropa, y la tercera, nuestra casa), y en donde cobra gran importancia la impermeabilización. ¡Protejamos el edificio!