¿Cómo diseñar una cubierta verde?
Diseñar e instalar una cubierta verde ecológica siempre aporta un valor añadido al inmueble, ya sea en términos de aprovechamiento de una superficie desaprovechada o por su contribución a la eficiencia energética y reducción de las emisiones de CO2.
Hablar de cubiertas verdes es hablar de cubiertas ajardinadas que tienen el denominador común de poseer una protección superior compuesta por un sustrato vegetal. Estas cubiertas mejoran la climatización del inmueble,
prolongan la vida útil de la cubierta, reducen el riesgo de inundaciones, atenúan los ruidos aéreos y fomentan la biodiversidad, por no hablar de su aportación paisajística.
Las cubiertas vegetales se pueden clasificar en función del cubrimiento total o parcial de vegetación: intensivas o con un jardín tapizante y extensivas o compuestas por pequeños árboles y arbustos. Y en base a esto pueden ser además técnicas o transitables.
Para elegir las plantas más adecuadas para la cubierta hay que tener en cuenta factores arquitectónicos, pero sobre todo climáticos. Es importante conocer el clima, la cantidad de lluvia, las horas de exposición solar, los vientos o los periodos de sequía o helada así como el espesor de la capa de tierra y la posibilidad de riego y mantenimiento.
El objetivo de las cubiertas vegetales, jardines verticales y demás envolventes verdes es crear casas y espacios públicos que sean organismos vivos con su propio metabolismo regulador. También esta explosión de naturaleza contribuye a recuperar sus espacios perdidos en las ciudades.
Una de las cubiertas ecológicas más extendidas es la que sigue el estándar Passivhaus, que se caracteriza por contar con aislamiento térmico debidamente dimensionado, carente de puentes térmicos y que cumpla los requerimientos de hermeticidad al aire de la envolvente.
Además del aislamiento, en la cubierta –responsable de las pérdidas de un 30% de la energía en los edificios convencionales– hay que tener en cuenta otros factores que podrían comprometer su integridad: la resistencia mecánica, la durabilidad y la impermeabilización.
Pero, ante todo, una cubierta no se considera Passivhaus en tanto en cuanto no lo sea el edificio que la soporta. Dicho de otro modo, una cubierta, por muy buen aislamiento que tuviese, no tiene valor si el resto del inmueble no cumpliera con las debidas características.