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Soluciones naturales para edificios más sostenibles: tipos de cubiertas ajardinadas

Las cubiertas ajardinadas, también conocidas como cubiertas verdes, son un ejemplo perfecto de cómo la arquitectura puede integrar la naturaleza para mejorar la eficiencia energética, aumentar el confort de los edificios y contribuir a la sostenibilidad urbana. Además de su valor estético, estas soluciones ofrecen beneficios medioambientales indiscutibles: reducen el efecto isla de calor, mejoran la calidad del aire, gestionan el agua de lluvia y fomentan la biodiversidad.

Pero no todas las cubiertas ajardinadas son iguales y según la vegetación utilizada y sus necesidades de mantenimiento pueden clasificarse en extensivas, semi-intensivas e intensivas. Así lo señala el análisis realizado por los socios del proyecto europeo NaturBuild en su informe Análisis de la normativa y las prácticas mediterráneas sobre soluciones basadas en la naturaleza, en el que también recoge sus características, ventajas y la normativa que las regula.

Cubierta extensiva
La cubierta extensiva es la solución más ligera y sencilla de mantener. Está pensada para espacios donde se busca una intervención mínima, pero con grandes beneficios medioambientales. Utiliza una capa de sustrato reducida, entre 10 y 15 cm de espesor, en la que se cultivan especies resistentes y de bajo mantenimiento como plantas tapizantes, césped, flores silvestres o plantas crasas que soportan bien la exposición al sol y la escasez de agua.

Este tipo de cubierta imita la colonización natural, empleando vegetación autóctona que evoluciona de manera autónoma, incluso permitiendo la regeneración natural de especies transportadas por el viento o por aves. Su peso moderado, que oscila entre 80 y 150 kg/m², permite su instalación en casi cualquier estructura, incluso en cubiertas inclinadas, siempre que se utilicen sistemas de retención adecuados para evitar la erosión del sustrato.

Cubierta semi-intensiva

La cubierta semi-intensiva es una opción intermedia que combina lo mejor de las cubiertas extensivas e intensivas. Con un espesor de sustrato de entre 15 y 25 cm, ofrece mayor libertad de diseño y permite incorporar una variedad vegetal más amplia, que incluye hierbas aromáticas, pequeños arbustos y plantas herbáceas. Esta diversidad incrementa su valor estético y funcional, favoreciendo también la biodiversidad local.

Aunque su mantenimiento es más exigente que en las cubiertas extensivas, sigue siendo moderado. Requiere riego y fertilización periódicos, además de controles básicos de vegetación para mantener su equilibrio ecológico. Su peso, de entre 150 y 280 kg/m², demanda una evaluación estructural previa para garantizar la viabilidad del proyecto.

Cubierta intensiva

La cubierta intensiva es la opción más completa y sofisticada, concebida como un auténtico jardín elevado. Con sustratos que superan los 25 cm de espesor (pudiendo llegar hasta 150 cm en algunos casos), soporta una amplia variedad de plantas, desde flores ornamentales hasta arbustos grandes e incluso árboles pequeños. Esta versatilidad permite crear espacios recreativos de gran valor paisajístico y social.

Requiere un mantenimiento intensivo, similar al de un parque urbano: riego frecuente, fertilización, podas regulares y limpieza. Además, es habitual integrar elementos arquitectónicos como senderos, áreas de descanso, sistemas de sombreado e incluso fuentes de agua. Su carga estructural, que puede superar los 250 kg/m², exige un diseño estructural robusto y cuidadoso desde el inicio del proyecto.

Es importante desmentir algunos falsos mitos asociados a estas soluciones naturales. Contrariamente a lo que se piensa, las cubiertas verdes no generan humedades si están bien diseñadas e instaladas; de hecho, protegen la impermeabilización y prolongan su vida útil. También se cree erróneamente que requieren grandes inversiones o mantenimientos costosos, pero las cubiertas extensivas, por ejemplo, tienen un mantenimiento mínimo y una inversión accesible. Además, actúan como aislantes naturales, ayudando a regular la temperatura interior y reduciendo la demanda energética. Este tipo de cubiertas es, a la postre, una apuesta eficaz para construir ciudades más sostenibles y resilientes, aportando valor ambiental, estético y funcional a nuestros edificios.