¿Cómo conservar el estado óptimo de la cubierta y sus materiales?
Humedades, filtraciones, fisuras en petos de fábrica, encharcamientos y/o rotura de los elementos de cubrición. Estas son, según el III Análisis Estadístico Nacional sobre Patologías en la Edificación, elaborado por la Fundación MUSAAT, los problemas más habituales que afectan a las cubiertas en España, y que suponen más del 28% de las afecciones totales de los edificios. El documento, que analiza cerca de 35.000 reclamaciones presentadas por compradores de vivienda entre los años 2008 y 2017, también señala que entre las causas más habituales está la denominada “ausencia/deficiencia de impermeabilización”, siendo el agua el elemento que mayores problemas causa.
La preservación de la funcionalidad de la impermeabilización de la cubierta es la medida más eficaz para garantizar una larga vida de la misma, en óptimas condiciones de seguridad, salud y habitabilidad. Para ello, se requiere el empleo de medidas de mantenimiento y conservación periódicas, siendo aconsejable al menos una revisión al año a cargo de un profesional.
“Los materiales y procesos a partir de los cuales se fabrican las cubiertas respaldan su durabilidad a lo largo del tiempo”, nos recuerdan desde AIFIm, Asociación Ibérica de Fabricantes de Impermeabilización. “Siempre que se lleve a cabo un correcto mantenimiento, se podrá asegurar el buen estado de la misma”.
Acciones para la correcta conservación de la cubierta
Garantizar el buen estado de la cubierta comienza por mantener esta limpia y libre de restos. Es recomendable llevar a cabo una limpieza anual, donde se proceda a la eliminación de hojas secas y otros materiales arrastrados por el viento, especialmente en otoño o si la cubierta está situada cerca de un espacio ajardinado y/o arbolado. De esta manera se evita el atoramiento en bajantes por acumulación de suciedad; las filtraciones puntuales por posibles roturas de la protección o las filtraciones por puntos singulares en los casos donde la impermeabilización no se haya aplicado debidamente.
Una vez que el espacio esté libre de desechos, es aconsejable revisar todos los elementos de la cubierta, empezando por comprobar la firmeza de los elementos de anclaje o fijación del soporte, asegurando y reparando, en su caso, los defectos observados, “o si existen desplazamientos de parte de la protección que dejen al descubierto zonas de membrana o aislamiento térmico sensibles a los agentes atmosféricos, y reparación de los defectos observados”, como recuerdan desde la empresa RENOLIT ALKORPLAN, asociada de AIFIm.
Del mismo modo, será imprescindible la revisión de las conexiones, los remates y las fijaciones, especialmente el sellado, procediendo a la reparación de los elementos defectuosos. En el caso concreto del sellado, si se detectasen problemas, el trabajo deberá ser realizado por un aplicador especializado, siendo esencial eliminar el sellador antiguo e imprimando y/o preparando correctamente las superficies antes de la aplicación del nuevo sellador. “La reparación de una cubierta se debe realizar con el mismo material empleado en su impermeabilización” advierten desde SIKA, otro de los integrantes de AIFIm. “Todas las acciones deberán ser realizadas en la medida de lo posible por la misma empresa instaladora, siendo recomendable contactar con el departamento técnico del fabricante del producto de impermeabilización en caso de duda”.
En el proceso de revisión y mantenimiento, tampoco se debe de olvidar la reparación de los deterioros producidos por esfuerzos dinámicos ajenos a la funcionalidad de la cubierta, como por ejemplo roturas producidas por falta de cuidado en obras u otras reparaciones. Si en la cubierta se encuentran los equipos de climatización, ventilación, las antenas, etc., que precisan de un mantenimiento adicional, es habitual encontrarse cerca de estos aparatos –o en las zonas de tránsito aledañas– cortes y/o perforaciones que pueden comprometer el buen estado de la misma. “Para que esto no ocurra, recomendamos dotar a la impermeabilización de una protección adicional; dobles láminas especiales, de mayor espesor y antideslizantes, y en colores llamativos que sirvan de indicativo a los técnicos de mantenimiento”, explican desde BMI, otra de las empresas pertenecientes a AIFIm.
Mención especial requieren los edificios de usos singulares, como pueden ser los industriales, donde se puede dar el caso de que se produzcan derrames químicos. En esta situación, el área manchada se debe lavar con una solución con detergente y se debe aclarar con agua fresca hasta que se hayan eliminado todos los restos de compuestos químicos de la superficie de la membrana.
¿Y si ocurre una rotura y se debe realizar una reparación “de emergencia”?
En el día a día de una cubierta pueden darse situaciones que provoquen daños en la misma y obliguen a una reparación “de emergencia”, aportando una protección extra hasta que se puedan realizar las reparaciones permanentes.
Si el daño se produce en la capa de impermeabilización, lo primero que ha de hacerse es limpiar el área alrededor de los daños y secarla bien para, posteriormente, aplicar una cinta autoadhesiva con la que tapar la rotura. En el mercado existen cintas impermeabilizantes autoadhesivas compuesta por un mástico bituminoso, con una hoja de aluminio como material de protección en su cara externa y un film plástico antiadherente en su cara interna, muy útiles en este tipo de reparaciones (canalones, grietas, chimeneas, etc.). Sin embargo, lo recomendable es que, tras esta medida de urgencia, se consulte con un especialista que pueda dar una solución permanente.
En cualquier caso, y como recuerdan desde AIFIm, “es fundamental que la conservación y mantenimiento, así como la restauración y transformación de toda o parte de la cubierta, sea realizada por personal cualificado. Los fabricantes de sistemas y soluciones para la construcción e impermeabilización de cubiertas, además, ponemos a disposición de la propiedad del edificio un manual de instrucciones donde indicamos las medidas necesarias para garantizar la duración de nuestra cubierta por muchos años”, concluyen desde la asociación.
(Artículo publicado en ConArquitectura)