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Impermeabilización anti-raíces: elemento fundamental en las cubiertas vegetales

Las cubiertas ajardinadas no sólo son estéticamente bonitas, también contribuyen a mejorar la calidad de vida y la salud en las ciudades, avanzando en el camino hacia su descarbonización –1m2 de cubierta verde puede absorber 5kg de CO2 al año–.

La introducción de sustrato vegetal en los tejados y azoteas de los edificios no solo reduce el llamado efecto “isla de calor”, también mejora la calidad del aire e incrementa la biodiversidad en el entorno urbano, al tiempo que ayuda a reducir la demanda de energía del edificio. Según datos del Ayuntamiento de Madrid, una cubierta plana sin vegetación acumula hasta 21º más de temperatura que una verde en los meses cálidos.

Sin embargo, no podemos olvidar que el principal papel de la cubierta es la protección del edificio frente a los factores atmosféricos externos (lluvia, viento, nieve, sol…), por eso, es fundamental garantizar la correcta instalación de todos los elementos, prestando especial atención a aquellos aspectos que pudiesen dañarla. En el caso de las cubiertas vegetales, hablamos de las raíces.

Fotografía @EVEstudio

“Para garantizar su buen estado a largo plazo, la barrera anti-raíces juega un papel esencial entre las diversas capas del sistema. Esta barrera puede desempeñar únicamente la función de prevención de raíces o combinarse con una lámina impermeabilizante, proporcionando así dos funciones en una única capa”, apuntan desde AIFIm, Asociación Ibérica de Fabricantes de Impermeabilización, que cuenta entre sus asociados a ASSA, BMI-CHOVA, Danosa, Krypton Chemical, Renolit Alkorplan, Sika y Soprema.

Cubiertas verdes, requisitos técnicos

Cuando hablamos de cubiertas ajardinadas hacemos referencia a aquellas que tienen como denominador común el poseer una protección superior compuesta por un sustrato vegetal, el cual requiere un mínimo mantenimiento.

Las cubiertas vegetales pueden ser intensivas, técnicas o transitables, pero independientemente del tipo de vegetación que la compone o su uso, deben cumplir una serie de requisitos técnicos que vienen descritos en el Código Técnico de la Edificación (CTE), Documento Básico para la Salubridad (DB-HS):

  • La formación en pendiente, para evitar la acumulación de agua por falta de drenaje. Debe de quedar garantizada la correcta escorrentía del agua, procedente de precipitación y/o riego, hacia los puntos de evacuación definidos previamente.
  • La necesidad de contar con una capa separadora antipunzonante drenante que garantice la resistencia y durabilidad de la impermeabilización, frente a la acción del sustrato y/o raíces.

El objetivo es, en definitiva, evitar problemas y patologías por la filtración del agua de lluvia o de la destinada al riego en el interior del edificio.

Ventajas de la impermeabilización anti-raíces

Le grand Charles, Fotografía @SopremaGroup

Al combinar la membrana de impermeabilización con una barrera anti-raíces, la cubierta no solo da cumplimiento a lo establecido en el CTE, también proporciona una seguridad extra al inmueble, alargando su vida útil. “Esta única capa robusta protege la estructura del edificio al impedir que las plantas puedan dañar la integridad del soporte. De esta manera, también se garantiza la estanqueidad y salubridad del edificio, y se previene la aparición de posibles patologías asociadas a la humedad”, explican desde la asociación.

Además, desempeña un importante papel tanto en la gestión del agua procedente de la lluvia, como en la prevención de posibles riesgos ambientales.

En el caso del uso del agua cabe destacar que, al prevenir los daños causados por las plantas, la impermeabilización anti-raíces contribuye a una gestión más eficiente de este recurso, permitiendo que ese extra de agua se pueda emplear para el riego de la propia cubierta o para su uso como aguas grises. Combinada con sistemas de filtración y absorción, la barrera evita –por ejemplo– las inundaciones repentinas durante los periodos de lluvias intensas.

En cuanto a los riesgos ambientales, las filtraciones en cubiertas vegetales pueden tener consecuencias negativas en el entorno, como la contaminación de ese agua que no podrá tener otros usos. “La barrera antiraíces combinada con la membrana de impermeabilización ayuda a preservar la calidad de este recurso, minimizando los riesgos ambientales asociados”, señalan desde AIFIm.

Para cumplir con la característica de protección contra la penetración de raíces, las láminas de impermeabilización deben someterse a ensayos según la norma UNE-EN 13948:2008. Este ensayo implica la siembra de plantas específicas en una maqueta, con un seguimiento de la resistencia de las láminas, especialmente en las zonas de juntas. Es imperativo que las láminas hayan superado este ensayo para garantizar su idoneidad en cubiertas ajardinadas.

“Debemos considerar la impermeabilización anti-raíces como una inversión clave para garantizar la larga vida y el buen estado de la cubierta vegetal”, concluyen desde AIFIm.

En resumen, la importancia de la impermeabilización anti-raíces radica en la protección del soporte y la garantía de la durabilidad de las cubiertas vegetales. Su aplicación asegura que estas estructuras sostenibles sigan siendo efectivas y eficientes a lo largo del tiempo.

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