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Soluciones con láminas sintéticas de impermeabilización y protección al gas radón de estructuras enterradas

Después del tabaco, el gas radón es la segunda causa principal de cáncer de pulmón. Este gas natural, que se forma en las rocas, el suelo y el agua, es completamente invisible, inodoro e inoloro, por lo que es un enemigo silencioso muy difícil de detectar.

Cuando el radón consigue filtrarse hasta nuestras casas o edificios, a través de grietas o agujeros, puede quedar atrapado y acumularse en el aire interior. Las personas que viven o trabajan en estas casas y edificios respirarán altos niveles de radón, que tras una larga exposición pueden causar graves enfermedades.

En Estados Unidos, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) estima que el radón causa alrededor de 21.000 muertes por cáncer de pulmón cada año. Sólo en ese país, uno de cada 15 hogares cuenta con un alto nivel de radón.

En España tampoco estamos libres de este peligroso gas. Galicia, Extremadura y algunas zonas de la sierra de Madrid son las zonas de España más afectadas por el gas radón. En otras regiones como algunas zonas de Cataluña y Pirineos, el oeste de Asturias y la parte más occidental de Castilla y León, una gran parte de los edificios presentan también niveles superiores a 300 Bq/m3.

Las mayores concentraciones se observan en parkings, sótanos, entresuelos y plantas bajas. Es decir, el gas que se origina en el subsuelo va elevándose, pero su mayor presencia se detecta en infraestructuras que pueden estar enterradas o semienterradas.

Impermeabilización especial para estructuras enterradas

Por ello, es fundamental que todas estas infraestructuras cuenten con una impermeabilización especial de todos sus componentes.

Una estructura enterrada suele estar compuesta por losa de base, paredes y otra losa superior. Si está completamente bajo tierra, estará expuesta parcial o completamente a la tierra circundante, a posibles aguas subterráneas y, como hemos visto, a indeseados vecinos como el gas radón. Estas condiciones ambientales van a afectar de forma continua a este tipo de estructuras afectando a su estanqueidad y durabilidad y pudiendo provocar patologías añadidas como la entrada de agua y el consiguiente deterioro de hormigones y otros materiales presentes que conllevarán costosas obras de reparación.

Por este motivo es tan importante elegir un buen sistema de impermeabilización de las estructuras enterradas desde la planificación del edificio para evitar problemas y posibles patologías durante su larga fase de uso.

AIFIm, la asociación Ibérica de Fabricantes de Impermeabilización, recuerda de forma recurrente que un buen sistema de impermeabilización solamente va a representar menos del 1% del coste total de construcción del edificio, pero si es de calidad y está bien instalado va a ahorrar muchísimo más

en los futuros costes de mantenimiento y reparación a lo largo de toda su vida útil.

Mapei, uno de los asociados de AIFIm, recomienda que a la hora de proyectar la impermeabilización y protección frente al gas radón de una estructura enterrada, se cuente con sistemas que generen una impermeabilización externa continua, deformable y perfectamente adherida a la estructura, de tal forma que se eviten las migraciones laterales. Igualmente deberá ser capaz de soportar las solicitaciones mecánicas a las que se verá sometida en la fase de obra y resistencia química, en el caso de presencia de aguas conductivas o agresivas.

Pero además, según este fabricante hay que estar pendientes de otros requerimientos a la hora de elegir la impermeabilización más adecuada como una durabilidad de la solución similar a la vida útil esperada del edificio, que sea capaz de dar continuidad en juntas y sellados, no presentar fisuras que puedan permitir el paso del gas radón por convención del terreno y tener sellados todos los encuentros con elementos que puedan suponer una discontinuidad.

“Todos estos requisitos han de ser tenidos en cuenta desde la fase inicial, ya que una errónea decisión en la elección del sistema o ejecución del mismo, puede acarrear patologías en la estructura y elevados costes de reparación, además de permitir la entrada del gas radón dentro del edificio.

Dentro de los sistemas sintéticos podemos contar con láminas de PVC, TPO y HPDE”, aseguran en la asociación.

Método de Instalación y elección de lámina

“Una buena instalación”, recuerdan desde AIFIm, “es tan importante como la elección del material más adecuado”. Las láminas de PVC deben ser instaladas mediante aporte de aire caliente. Es importante que se coloque una lámina geotextil entre el soporte y la impermeabilización y otra sobre la impermeabilización que sirva de protección. Estas tres capas configuran el sistema flotante adecuado para proteger las infraestructuras del gas radón.

El formato de los rollos permite una rápida ejecución con un número reducido de solapes entre rollos, algo de gran importancia ya que limita el riesgo de discontinuidad en la impermeabilización.

Debemos, sobre todo, seguir lo establecido por la normativa. En España, en 2019, se incluyó la sección DB-HS6 en el Código Técnico de la Edificación (CTE) con el objetivo de proteger a la población de los efectos del gas radón en el interior de los edificios.

Además de establecer normas de seguridad básicas para la protección contra los peligros derivados de la exposición al radón y establecer niveles nacionales de referencia de concentración de este gas en recintos cerrados se adoptan medidas adecuadas, como las láminas impermeabilizantes, para limitar su penetración en los edificios.

Desde Mapei recuerdan que “las láminas de TPO (sin plastificantes) suelen incorporar un geotextil de tejido de polipropileno adherido en su cara superior, lo que permite realizar un sistema totalmente adherido, siendo la adhesión de tipo mecánica”.

Gracias a la elevada resistencia de la lámina, el hormigón se vierte directamente sobre la misma, generándose un sistema totalmente adherido de tipo mecánico, que limita las posibles migraciones laterales. Estas láminas suelen ser autoadhesivas, por lo que permiten una fácil colocación sin aporte de calor y elevados rendimientos de colocación.

Por su parte, las láminas de HPDE (polietileno de alta densidad), permiten una adherencia total gracias a un componente químico existente en su cara superior que permite reaccionar con el hormigón fresco cuando se vierte directamente sobre la misma, generando por tanto una adherencia química.

Estas láminas, son igualmente autoadhesivas, por lo que su instalación es muy sencilla, no precisan de capas de protección y tienen un alto rendimiento de colocación.

Normativa que regula la impermeabilización de estructuras enterradas

La norma UNE-EN 13967:2013 (Láminas flexibles para impermeabilización. Láminas anticapilaridad plásticas y de caucho, incluidas las láminas plásticas y de caucho que se utilizan para la estanquidad de estructuras enterradas), regula cómo debe ser la impermeabilización elegida en estructuras enterradas.

Otra de las normas que afecta a la impermeabilización es la ASTM D 5385, un método de prueba para calibrar la resistencia a la presión hidrostática de las membranas impermeabilizantes.

Las láminas también deben contar con un certificado de resistencia a la penetración de raíces  UNE CEN/TS 14416 e impermeabilidad al gas radón y metano (ISO 7229).

Artículo publicado previamente en Smart City Journal