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Blue Roofs: Cubiertas diseñadas para una correcta gestión de las aguas pluviales

Las cubiertas ajardinadas han cobrado especial protagonismo en los últimos años, fundamentalmente por su aporte energético a los edificios y su capacidad para reducir las emisiones contaminantes que provocan los efectos de isla de calor existentes en los centros urbanos.

Pero son muchas más las ventajas que aportan este tipo de cubiertas; además de reducir la demanda energética que necesita el inmueble y que produce sobrecostes en los gastos de refrigeración y climatización, aíslan acústicamente las viviendas y/o locales y contribuyen a una mejor calidad del aire interior, lo que se traduce en salud para sus ocupantes.

Las cubiertas verdes, principalmente las extensivas, que tienen plantaciones de escaso mantenimiento, tienen una gran capacidad de retención y reducción del agua que discurre por el sistema de evacuación de pluviales, optimizando su aprovechamiento.

Todos los productos que integran esta solución de cubierta ajardinada están diseñados para asegurar la estanqueidad al agua en el interior de los edificios. Además, incorporan las capas de drenaje y filtración que requiere un sis­tema ajardinado para asegurar el correcto desarrollo de la vegetación.

Los sistemas de cubiertas ajardinadas, cuando están correctamente diseñados, tienen un efecto positivo en la gestión de escorrentías provocadas por las lluvias torrenciales generadas por los cambios climáticos. Es lo que se conoce como “Blue roof”. Un correcto uso de sustratos estables y de los sistemas de filtrado y drenajes ayudarán a una buena absorción del agua caída y a su canalización hacia los sistemas de desagüe limpia y libre de restos, evitando así la saturación y atascamiento de los sistemas de evacuación.

Asimismo, un buen diseño de la cubierta verde garantizará la estabilidad estructural y la estanqueidad al agua. Para ello, antes hay que tener en cuenta una serie de factores que garantizarán el éxito de la instalación: el uso de la cubierta (determinará si el sistema ajardinado será intensivo o extensivo), la altura de los muros perimetrales, las cargas (la cubierta debe estar diseñada para soportar la carga por m2 del sistema completo saturado de agua, un punto especialmente crítico en cubiertas ajardinadas en rehabilitación), las pendientes (para garantizar la correcta evacuación del agua), los materiales (la impermeabilización tiene que tener propiedades anti-raíces, como son las láminas bituminosas con tratamiento anti-raíces, láminas sintéticas de PVC o TPO), los accesos y seguridad y los diferentes sistemas de riego.

Como hemos visto, cada vez son más las cubiertas planas convertidas en superficies ajardinadas que podemos encontrar en distintas edificaciones (en su mayoría de oficinas o centros comerciales), gracias a sus beneficios públicos (relacionados con el medio ambiente) y privados (para el usuario u ocupante del edificio).

Entre los beneficios públicos cabe destacar, además de la gestión de las aguas pluviales y la disminución del efecto “isla de calor”, la mejora estética de los edificios, la disminución de los residuos de la construcción, la posibilidad de crear espacios de ocio o huertos o el aumento de la biodiversidad urbana.

No son menores los beneficios privados o sociales que aportan este tipo de cubiertas verdes: desde un mayor rendimiento energético, pasando por la revalorización de la propiedad, un aumento de la durabilidad de la impermeabilización, un excelente comportamiento al fuego, hasta una mejora del bienestar y el confort de los usuarios.