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IMPERMEABILIZACIÓN DE CUBIERTAS PARKING

Los aparcamientos son aliados imprescindibles de las ciudades, donde la necesidad de estacionar el coche suele concentrarse en zonas concretas, sobre todo si vamos a cargar con compras o vamos acompañados de niños pequeños o ancianos. Pero, a pesar de la frecuencia con la que los utilizamos o nos los cruzamos en nuestro camino, pocas veces pensamos en las particulares condiciones de este tipo de construcciones: un tránsito muy intenso y frecuente de vehículos, que supone fuertes cargas para su estructura.

Las cubiertas de un parking, especialmente si se trata de cubiertas transitables (esto es, que tienen previsto el tráfico de vehículos sobre ellas), sufren el desgaste propio de su intenso uso y de las inclemencias climáticas, que en determinados puntos de la geografía española pueden ser considerables. Es aquí donde entra en juego la impermeabilización. Se trata de un punto delicado que, si se descuida, hará que aumenten los gastos en reparaciones y mantenimiento y que puede incluso afectar a la vida útil de la estructura.

Al proteger de manera efectiva la estructura, manteniendo en buen estado la impermeabilización de la cubierta, se consigue ralentizar el deterioro propio de toda construcción y prolongar su uso en condiciones de seguridad durante muchos años. La impermeabilización también juega un papel importante para prevenir que la superficie resulte deslizante, un auténtico problema a la hora de ser utilizada tanto por los vehículos como por las personas que los ocupan. Además, permitirá evitar periodos de cierre debidos a obras de reparación y otros disgustos derivados del desgaste, como podrían ser daños a los vehículos.

Una cubierta cuya capa de rodadura, realizada con aglomerado asfáltico u hormigón, tiene como uso previsto el tráfico de vehículos sobre la misma, puede presentar los siguientes acabados:

– Aglomerado asfáltico, aplicado directamente sobre la membrana impermeabilizante.

– Aglomerado asfáltico, colocado sobre una capa de mortero que actúa como protección de la membrana.

– Capa de hormigón, situada sobre la membrana.

En cuanto al soporte base para la membrana de impermeabilización, este puede ser de:

– Mortero u hormigón: en este caso, la superficie deberá estar fraguada y seca, y ser lisa.

– Hormigón ligero, hormigón celular o mortero aligerado. En este caso, hay que aplicar una capa de mortero de cemento de baja retracción, con una resistencia mínima a la compresión de 500 kPa. (50.000 kg/m).

-Placas aislantes térmicas. Se deben instalar a rompejuntas y sin separaciones mayores a 5 mm entre ellas. Solo deben ser utilizadas con capa de rodadura de hormigón y para uso de vehículos ligeros. En este caso, además, se requiere del uso de un material aislante con una alta resistencia a la compresión, como puede ser el XPS, capaz de resistir el tránsito de vehículos sin presentar alteraciones.

Teniendo en cuenta que el uso previsto para estas cubiertas produce cargas importantes sobre la membrana impermeabilizante, a través de la capa de rodadura, es importante escoger las láminas de acabado más adecuadas para cada tipo de capa de rodadura, teniendo en cuenta si va a soportar tráfico ligero o pesado; muchos fabricantes han creado soluciones específicas para este tipo de aplicaciones.

Por supuesto, un paso importante es la instalación, que deberá ser realizada siempre por profesionales cualificados y teniendo en cuenta las especificaciones del fabricante.